¿Conoces el Kéfir?

El kéfir no es más que un alimento fermentado, muy parecido al yogur. Está compuesto por una cepa de bacterias y levaduras (Lactobacillus acidophilus y Saccharomyces kéfir) envuelto
en una matriz de grasas, proteínas y azúcares. Tiene un aspecto similar a un
brote de coliflor, pero más gelatinoso y blando.

Existen diversas formas de hacer kéfir, dado que se puede añadir leche de vaca, cabra, oveja o bebidas vegetales (avena, almendra, arroz), así como su elaboración con agua (kéfir de agua).
La principal propiedad que se le atribuye es la de ser un probiótico natural, es decir, microorganismos vivos que residen en la flora intestinal (microbiota) de nuestro organismo. Éstos son los encargados de regular correctamente las funciones de nuestro sistema digestivo, mejorando la absorción y digestión de nutrientes, así como el correcto funcionamiento del sistema inmunológico. Una flora intestinal sana ayuda a evitar infecciones por bacterias (como la E.coli) u hongos patógenos (como el hongo cándida).

Así pues, el kéfir, al igual que el yogur y otros alimentos fermentados, ayuda a restablecer esta flora intestinal. Este alimento lo podemos encontrar en supermercados, donde se venden ya elaborados (kéfir de cabra u oveja, por ejemplo). También, podemos elaborarlo en casa a partir de la propia cepa. La cepa de microorganismos la podemos encontrar en farmacias y parafarmacias, o podemos obtenerla de otra persona que tenga ya la cepa dado que, al ser un organismo vivo, se reproduce y crece.

Aquí mostramos dos formas de elaborar kéfir:
Kéfir de leche: añadir la cepa en un bote de cristal e introducir 1⁄2 litro de leche. Tapar con un trapo, y

dejar a temperatura ambiente durante 1-2 días. Cuántos más días se deje, mayor fermentación habrá y, por tanto, se volverá más ácido.
Una vez pasen estos días, se cuela la leche con un colador de plástico, y se deja la cepa en el bote de vidrio con otro tanto de leche para que siga fermentando. La leche fermentada se guarda en el frigorífico y puede durar hasta una semana abierta.

Kéfir de agua: añadir a un bote de vidrio la cepa junto a 1 litro de agua, 1⁄2 limón, 3 cucharadas sopera de azúcar de caña integral y 1 higo seco. Tapar con el trapo, remover y dejar a temperatura ambiente durante 2 días. Colar con un colador de plástico y meter en el frigorífico para su conservación.

 

Es importante no utilizar utensilios de metal, ya que interfiere en la fermentación del producto. Utilizar en sustitución utensilios de cristal, madera, plástico, nylon u otro material que no contenga nada metálico.

El kéfir es un alimento también muy atractivo para aquellos que son intolerantes a la lactosa ya que este azúcar es fermentado y, por tanto, desaparece en el producto final.
La forma de consumo es muy variada, ya que se puede tomar sólo como si fuera un yogur, o con frutas, frutos secos, cereales, en batidos, etc.

Una posible receta es la siguiente:
– Porridge de avena con kéfir y frutos rojos:

o Hervir durante 5 minutos 30g de copos de avena y echarlo en un bol. o Añadir 2 cucharas soperas de kéfir de cabra
o Añadir 1 taza de frutos rojos
o Añadir una onza de chocolate >75% cacao.

Ana Martínez
Ana Martínez
Graduada en Nutrición Humana y Dietética y Máster Oficial en Nutrición en la Actividad Física y Deporte. Posee formación en promoción y divulgación de hábitos saludables y nutrición deportiva.

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